Dunya Art Brut

La Dunya artista es una identidad muy compleja porque su personalidad la califica de outsider, mientras su formación no es para nada marginal.

No podemos establecer el orden de cosa que la llevaron a ser como fue: si la forma extrema de vivir el arte, esta dualidad en su persona de artista a la vez creadora y objeto del arte, o las drogas y el entorno en el que vivía, la llevaron a la psicosis. O al revés, fue esta que influenció tanto radicalismo difuso en cualquiera de sus experiencias. Sin olvidar el papel fundamental de la religión que sirvió como punto de inflexión entre la Dunya actriz de vanguardia y la Dunya devota pero obsesionada con la identidad y la puesta en escena de un personaje idealizado y artificial.

La producción artística de Dunya de los últimos años se puede dividir en dos categorías, no por diferencias de estilos, sino por las distintas finalidades (que coexisten en medidas variadas).
Por un lado están los dibujos y los ensamblajes de objetos que ella utilizaba para sus practicas religiosas, cuya finalidad era la creación artística en función de Dios y la devoción hacia El. Además de tener una función de auto-sustentamiento, ya que a veces los fieles de la comunidad le encargaban cuadros, o ella los utilizaba como material de intercambio para bienes de primera necesidad.

Por otra parte, y sin perder del todo el carácter vocacional, están las obras textiles de Dunya, que ella realizaba sobre su propia ropa que le venía regalada por la comunidad.
Ahora, es muy importante recordar que la falta de recursos de la artista condicionó consecuentemente toda su producción artística: Dunya utilizaba casi todos los materiales presentes en su día a día. A veces nos encontramos con cascaras de naranjas, mientras es común el empleo de palitos de incienso quemados o de las mismas cerillas utilizadas para encenderlos. Por lo tanto la misma ropa que le regalaban era un material susceptible de ser manipulado y transformado.

Con esto pero no queremos decir que la elección de los materiales fue pura cuestión de necesidad: tiene que ver con la devoción al Islam y, en el caso de la ropa, con algo más.
“La década de los 70” cuando Dunya desarrolló la mayor actividad teatral estuvo "marcada por un desarrollo dual: la interpretación del cuerpo en el trabajo de los activistas, donde se utiliza como significante del compromiso político individual convertido a colectivo, y un paso hacia el simulacro del “yo”. Un proceso dual que creemos que perduró en Dunya hasta el final de su vida, incluso una vez abandonado el teatro. La simulación y representación se fundían en ella y se materializaban a través de su puesta en escena con la ropa y los actos públicos que no siempre acaecían en momentos de crisis. Desde que se convirtió al Islam, y quizá desde antes, Dunya era consciente de ser portadora de una especie de superioridad, debida a su devoción y suponía que sus crisis se debían a seres oscuros inmateriales que la acosaban.

Retomando el texto evocador de Bachelard, Dunya creaba con su ropa un nido-vestido, habitable, hecho a su medida y moldeado desde dentro hacia fuera, con gestos repetitivos que se volvían obsesivos, y procedían desde la misma oración. Dunya afirmaba que cada puntada, cada mínima mancha en el papel, cada corte lo dedicaba a Allah: bajo este sentimiento se unifica toda su obra outsider inspirada por la devoción y la renuncia al entorno mundano.